Carlos Barbarito está possuído pelo fascinante
dom de não entregar ao leitor senão pistas; jamais a chave. E uma das
pistas intrigantes de sua poética está na palavra nudez e seus
correlatos, que se repete à beira da exaustão, de livro em livro, e que
neste Radiación de fondo trafega como uma guia, uma
espécie intrigante de iluminação acima de todo erro e toda cinza. Eis aí
a presença marcante do inventário das coisas que desapareceram sem que
tivessem sido devidamente despidas. Tanto no poeta quanto na
natureza, o inventário das máscaras que não se revelaram ou então que se
desfizeram "sin centro de razón o mistério". Evidente que a
presença deste nudus mantém sua sedutora ambigüidade: é tanto
privação quanto revelação, tanto o que falta quanto o que se mostra.
Inventariá-la significa provocar o leitor ("¿un gran
guionista?") — e também o próprio poeta — para que separe joio e
trigo. E por vezes essa dualidade nos convence de sua eficácia.
Habilmente o poeta faz com que a linguagem navegue entre vazio e
plenitude, fluxo e refluxo, provocando um certo mal estar na constatação
desse trânsito. É um jogo, claro. Não há dúvida de que a linguagem seja
um jogo. Porém sua astúcia está em realizar-se sem ornatos, ou seja,
também o ludíbrio está desnudo. E nisto radica a grande força deste
livro.
Ao conversar com o poeta, me disse gostar da
"idea de la poesía como un modo de la radiación, una radiación
siempre diversa, polisémica surgida desde el fondo de nosotros
mismos", e eis aí um terrível segredo que (nos) revela: a fonte da
radiação, uma radiação de fundo, cósmica até o ponto em que é cósmica a
existência humana, mas essencialmente um jorro — imprevisível? —
atraído? — do que há de mais negro no homem, e em sua relação com a
natureza. Não basta dizer isto, no entanto, para que o livro se abra
como um testamento diante de seu favorecido. A poética de Carlos
Barbarito vem habilmente provocando uma inquietude entre a coisa e seu
desmoronamento, entre o que imaginamos ser e o que de um momento para
outro se desfaz. Como ele próprio sugere em um poema de La luz y
alguna cosa (1998), somos ao mesmo tempo uma coisa e outra, ou
várias e inclusive as que não conseguimos nomear.
E
temos ainda essa paixão declarada da poesia pela ciência, como recorda o
poeta ("mi fascinación por la astrofísica"), onde o abismo não
é tão grande quanto parece, ou seja, a radiação cósmica de fundo está
intimamente ligada à paralaxe, que, por sua vez bem poderia ser uma
figura de linguagem, um deslocamento de retina, uma variação, sim, uma
variação. Mas o que fazemos com as distintas — entre infinitas e
inconciliáveis — maneiras de ver o mundo? Não pode haver correção de
ângulo, uma vez que não se pode dar por certo o que não passa de
confissão ou apreensão. De volta ao princípio: "Esta es mi vida,
parece decir la hoja / que cae desde la rama / o la piedra que rueda por
la ladera". Ao buscar um desnudamento intenso, a poesia de Carlos
Barbarito descobre que são infinitas as camadas de nudez que se
disfarçam de vestes, e que tal aventura é tão inesgotável quanto a
própria vida.
Esta
descoberta de um aspecto envolto em mil aspectos é algo que
poderia ter alcançado outro corpo, se acaso arte e ciência não tivessem
sofrido, em certo momento, de uma vaidade galopante, deixando o homem
completamente sem vestes. Radiación de fondo, sob certo
aspecto, expõe esta nudez — e cabe mencionar a referência a Pascal na
epígrafe com que abre o livro —, inquirindo sobre suas razões e o que
fazer ante uma vida sem artifícios. E como se oscilasse entre a
negligência e a transgressão, o homem — também o poeta? — também o
leitor? — não sabe mais a que imputar sua culpa. E quanto mais se despe,
não encontra senão culpa, imprudência, crime, hesitação, prejuízo, seu
inventário incontornável. A razão nos enche de culpa? Não nos
alimentamos de outra coisa, senão de culpa? Será esta nossa radiação de
fundo?
El
poeta Carlos Barbarito empieza así su libro La orilla
desierta (2003): Esta es mi vida, parece decir la hoja /
que cae desde la rama / o la piedra que rueda por la
ladera. Y aquí hay una dislocación estratégica que hace que
el poeta salte de una esfera a otra. No es el poeta quien dice:
Esta es mi vida, como se podría pensar en el primer momento, sino
la naturaleza, que aquí nos habla a través de la hoja y de la
piedra. Sin embargo, al mismo tiempo sabemos que es el poeta quien
le presta la voz. Entonces se transmuta en piedra y en hoja para
que nos aproximemos a la intimidad existencial de la naturaleza. No en
vano y casi al final encontramos en este libro la indagación: ¿Quién
vive? ¿Quién / es visible, tras sábanas, / trasiegos? ¿Qué / alcanza
brota, pulpa? — para mí, debería ser este el poema final del
libro, pues me parece vital que las cosas siempre se encierren con una
indagación cortante.
De
alguna forma, La orilla desierta es un libro que nos
prepara — o esencialmente prepara a su autor — para la
entrada en Radiación de fondo (2005), si consideramos
que allí tenemos casi un inventario de la desnudez, en todos los
sentidos. Es como si ahora percibiésemos lo que cada uno hizo con su
visibilidad, algo que responda a la pulsante indagación: ¿Hay algo
afuera, / detrás de la última piedra / más allá de los altos tallos /
que crecen sobre el horizonte? Y una vez más se confunden las
voces — siempre estratégicamente —, del poeta y de la naturaleza. Y
siempre hay un lector apresurado que insiste: la llave, ¿cuál es la
llave de esta poética?
Carlos
Barbarito posee el fascinante don de no entregar al lector nada más que
pistas; jamás la llave. Y una de las pistas intrigantes de su poética
está en la palabra desnudez y sus correlativos que se
repite exhaustivamente, de libro en libro, y que en este
Radiación de fondo transita como un guia, una
intrigante especie de iluminación por encima de todo el error y toda la
ceniza. Ahí está la marcante presencia del inventario de las cosas que
desaparecieron sin que hubiesen sido totalmente conocidas.
Tanto en el poeta como en la naturaleza, el inventario de las máscaras
que no se revelaron o entonces que se deshicieron "sin centro de
razón o de misterio". Evidente que la presencia de este
nudus mantiene su seductora ambigüidad: tanto es privación como
revelación, tanto lo que falta como lo que se muestra.
Inventariarla significa provocar al lector ("¿un gran
guionista?") — y también al propio poeta — para que separe la paja
del trigo. Y a veces esa dualidad nos convence de su eficacia.
Hábilmente el poeta hace con que el lenguaje navegue entre el vacio y la
plenitud, flujo y reflujo, provocando algo de malestar en la
constatación de este tránsito. Es un juego, claro. No hay duda de que el
lenguaje es un juego. Sin embargo su astucia está en el hecho de que se
realice sin adornos, o sea, también el engaño está desnudo. Y en esto
radica la grande fuerza de este libro.
Al
conversar con el poeta, me ha dicho que le gusta la "idea de la
poesía como un modo de la radiación, una radiación siempre diversa,
polisémica surgida desde el fondo de nosotros mismos", y ahí está
un terrible secreto que (nos) revela: la fuente de la radiación, una
radiación de fondo, cósmica hasta el punto en que cósmica es la
existencia humana, esencialmente un chorro — ¿imprevisible? — ¿atraído?
— de lo más negro que hay en el hombre, y en su relación con la
naturaleza. No basta con decir eso por supuesto, para que el libro se
abra como un testamento delante del favorecido. La poética de Carlos
Barbarito viene hábilmente provocando una inquietud entre la cosa y su
desmoronamiento, entre lo que imaginamos ser y lo que de un
momento a otro se deshace. Como él mismo lo sugiere en un poema de
La luz y alguna cosa (1998), somos al mismo tiempo una
cosa y otra cosa, o varias e inclusive las que no conseguimos
nombrar.
Y
tenemos todavía esa pasión declarada de la poesia por la ciencia, como
lo recuerda el poeta ("mi fascinación por la astrofísica"),
donde el abismo no es tan grande como parece, o sea, la radiación
cósmica de fondo está intimamente vinculada a la paralaxi, que, a su
vez bien podría ser una figura de lenguaje, un dislocamiento de la
retina, una variación, sí, una variación. Pero ¿qué hacemos con las
distintas — entre infinitas e inconciliables — maneras de ver el mundo?.
No puede haber correción de ángulo, ya que no se puede dar por cierto lo
que no pasa de una confesión o aprensión. De vuelta al principio:
"Esta es mi vida, parece decir la hoja / que cae desde la rama / o
la piedra que rueda por la ladera". Al buscar un desnudo intenso,
la poesía de Carlos Barbarito descubre que son infinitas las capas de
nudez que se disfrazan de vestimenta, y que tal aventura es tan
inagotable como lo es la propia vida.
Esta
descubierta de un aspecto envuelto en mil aspectos es algo que
podría haber alcanzado otro cuerpo, si acaso arte y ciencia no hubiesen
sufrido, en un momento dado, de una vanidad galopante, dejando al hombre
completamente desnudo. Radiación de fondo, bajo cierto
aspecto, expone esta nudez — y cabe mencionar la referencia a Pascal en
el epígrafe con que abre el libro —, inquiriendo sobre sus razones
y lo que hacer ante una vida sin artificios. Es como si oscilase entre
la negligencia y la transgresión, el hombre — ¿también el poeta? —
¿también el lector? — ya no se sabe a quién imputar la culpa. Y cuanto
más se desnuda, no se encuentra culpa sino imprudencia, crímen,
hesitación, perjuicio, su inventario inacabable. ¿Nos llena la razón de
culpa? ¿No nos alimentamos de otra cosa que no sea de culpa? ¿Será esta
nuestra radiación de fondo?
(Traducción de Ana María Rodríguez
González)
junho, 2005
Nota: o livro Radiación de Fondo,
de Carlos Barbarito está aqui.